Un Testimonio, Antes de Terminar

Alabad a Jehová, invocad su nombre; Dad a conocer sus obras en los pueblos.

Acordaos de las maravillas que él ha hecho… 

Salmos 105:1,5

Este es el último post de este año, que tan rápido se fue, ¿verdad?

Hoy quiero tomarme el tiempo para contarte algo muy grande que Dios hizo para mi este año, ya he hecho referencia a esto en algunas ocasiones, pero hoy quiero contarte con un poco más a detalle, el motivo de este testimonio es recordarte que tenemos un gran Dios, que hace obras asombrosas y que se preocupa por nosotros.

A mitades de diciembre del año 2018 realice un viaje con un hermano de la iglesia, viajamos aproximadamente unas 15 horas, anduvimos por varios estados del Sureste de México, conocimos muchos lugares y pasamos un muy buen tiempo, por el día 27 de diciembre empezamos a regresar hacia Puebla y empecé a sentir malestares físicos, los cuales creía que eran ocasionados por el viaje largo y por estar tanto tiempo sentado.

Llegamos a la ciudad de Puebla muy de mañana, y el dolor empezó a hacerse más fuerte durante que el día avanzaba, esa misma noche yo empecé a sentir dolores demasiados fuertes que empezaban en mi estómago y terminaban en mi riñón del lado izquierdo. Mi familia oro por mí, y mientras orábamos el dolor aumentaba, tuve que tirarme en el suelo y arrastrarme con lágrimas por tan fuerte dolor.

Salimos corriendo a urgencias, y después de mucho tiempo de espera, por fin me atendieron, el dolor se había calmado, y me dijeron que por el viaje que había realizado partes de mi cuerpo habían sufrido algunas cosas, que cuidará mi alimentación y todo estaría bien.

Estuve bien algunos días, año nuevo llego, y enero del 2019 comenzó, a los pocos días de enero ese dolor fuerte volvió a mi cuerpo, volvimos a correr al hospital, y los doctores no sabían que tenía, ni que me pasaba, me mandaron a hacer estudios sobre enfermedades que no tenían nada que ver, me calmaron el dolor otra vez y me mandaron a mi casa, en esa misma madrugada el dolor volvió a regresar, mi familia y yo volvimos a orar y a pedir la misericordia de Dios, de repente el dolor desapareció y pudimos descansar.

Yo empecé a pensar que probablemente el problema eran mis riñones, ya que en abril del 2018 había pasado por los mismos dolores, y me encontraron cálculos renales… si no sabes que son los cálculos renales, son pequeñas piedras que se van formando en los riñones, que son expulsadas si no son tan grandes o no se atoran en alguna parte, a través de la orina (lo siento por decir esto, pero es parte de esta enfermedad).

Entonces empecé a ir a hacerme estudios que me pudieran comprobar que ese era el problema de salud al que me estaba volviendo a enfrentar, los estudios no mintieron, a lo que tanto le temía era a lo que me enfrentaba… tenía piedras en los riñones.

Ya con esos estudios empecé a buscar a especialistas en urología para que me pudieran dar un tratamiento, el doctor me dijo que la piedra ya se había atorado y estaba obstruyendo el paso del riñón a la vejiga, que mi condición ya requería de una cirugía de emergencia, porque mi riñón ya estaba en riesgo.

No me gusto escuchar eso ya que la operación era costosa y no tenía el dinero para pagarla así que decidí seguir con otros tratamientos y seguir luchando, mientras peleaba con mi salud, otra batalla comenzó, una batalla espiritual, una lucha con mi fe.

Fue un momento duro, llevaba más de un año estudiando y predicando sobre fe en todas las iglesias a donde había ido, el diablo empezó a usar la voz de la incredulidad, oía voces que me decían: “ ¿Dónde está el Dios de milagros que tanto predicas, donde esta ese Dios en el que tanto crees? No te ha sanado, ni te va a sanar, estas solo en esto” Pero puedo decir algo y hay testigos de esta situación, luche contra la incredulidad pero nunca dude del poder de Dios, fue difícil, tenía miedos, pero mi confianza estaba puesta en Dios, y en una oración yo le dije a Dios; Señor si tu no haces el milagro de sanarme físicamente, vas hacer el milagro financiero, y vas a proveer para mi operación, y escuche una voz que me dijo; Confía en mí, es lo mejor que puedes hacer.

Pasaron casi tres meses con dolor fuerte en mi cuerpo, no mejoraba, y un día estaba en mi trabajo y el dolor empezó a hacerse más fuerte de lo normal, llegue a mi casa y tome mi medicamento que calmaba el dolor, y esta vez no funciono, ese día había culto en la iglesia y fui con muchos problemas, no pude ni siquiera estar sentado en la iglesia porque el dolor se hacía más fuerte, a los pocos minutos me levante y tuve que salir con mi papá al hospital de emergencia, esperamos una hora en el hospital público y nos dijeron que no iban a poder atender a más personas debido a que ya estaba lleno el hospital y no habían suficientes doctores, tuvimos que ir a un hospital privado, y de inmediato me internaron, hicieron ultrasonidos, y me dijeron; tu riñón esta cuatro veces más grande de lo normal, tenemos que operarte porque está en mucho riesgo.

El Pastor Curtis Wakefield llego al hospital con un hermano muy querido, y oro por mí, y me dijo unas palabras que necesitaba escuchar “Dios está en control de su vida y de esta situación, todo estará bien”. Dos pastores más oraron por mí, y mucha gente que supo de esta situación también lo hicieron, gracias por sus oraciones.

Le dije al doctor que me operara, y nos dijo el precio de lo que eso iba a costar, y yo dije; no importa, opéreme. Hable con mi padre y le dije; pide prestado, cuando yo salga de esto voy a volver a trabajar y lo voy a pagar todo, pero ya no aguanto.

Esa madrugada en medio del dolor, la voz de la incredulidad volvió “Te dije que Dios no te sanaría, ahora estas en el hospital y no sabes ni siquiera como vas a poder pagar tu operación, no tienes el dinero, ya lo gastaste todo en medicinas y doctores, Dios no te ama, Dios no está contigo, Dios no te escuchó”

Y en medio de ese dolor y de esa voz en mi mente, hubo algo en mi corazón que no me dejo seguir escuchando esa voz incrédula, y me hizo cantar con la poca voz que tenía y con lágrimas en mis ojos en medio de mi dolor;  “Aunque pase el tiempo sé, que tu promesa cumplirás, nada en ti se perderá, esa es mi seguridad, Es tu amor que me sostiene, el que me levanta, el que me da paz, me da seguridad, de lo que vendrá tú tienes el control, nunca pierdes el control” El diablo me estaba diciendo; Dios no te escucha, has orado por mucho tiempo por otras cosas, y Dios no te oye, tampoco hoy te está escuchando. Pero de mi boca salía; Escucho el eco de tu voz Jesús, resonando en mi interior, tus palabras me sostendrán y me dan seguridad, mi fe se está encendiendo hoy, y hoy me vuelvo a levantar.

Después de cantar ese canto mi corazón y mi mente sintieron paz, descanse en el amor de Dios, y yo supe que Dios se encargaría de mí.

A la mañana siguiente el doctor entro en mi cuarto, y me dijo; la operación es esta noche, necesitamos la mitad del dinero como anticipo, yo le dije; en un rato le damos el dinero, ya que mi padre había salido a conseguir el dinero prestado, minutos después mi papa entro llorando al cuarto, y me dijo, tenemos todo el dinero para la operación, no tuvimos que pedir prestado, Dios ha dado para pagar todo. Lo único que pude decir con lágrimas fue; ¡Gracias Jesús, grandes son tus obras, nunca pierdes el control!

Fui operado, y todo salió muy bien. Días después, yo le pregunte a Dios; Señor, ¿Por qué no hiciste un milagro y me sanaste? Hubiera sido más fácil si tú me sanabas, y una voz vino a mi mente que me dijo; ¿Dices que por que no hice un milagro? Claro que lo hice, tú me pediste que proveyera para la operación, y te lo di todo. Muchas gracias Jesús.

Hace unas horas atrás estaba pensando que si Dios no hubiera provisto el dinero para la operación, aún estaría pagando ese dinero, pero Dios lo hizo todo por mí. 

Esto te lo conté para que sepas que Dios siempre estará en control de tu situación, confía en Dios, y cuando obtengas un milagro, agradece y testifica lo que Dios ha hecho contigo.

Feliz Año Nuevo a todos. Que el 2020 sea un año donde tengas la certeza que Dios nunca pierde el control.

Abner Garcia.